El reverso de tantas fotografías... |
Hace ya más de 20 años salí con un tipo, bailarín, muy guapo y con los ojos chinos. La verdad es que particularmente, tengo debilidad por ese tipo de ojos, seguramente porque pertenecen a un género de personas que se ríe muchísimo. Él andaba de vacaciones y, a sabiendas ambos, nos metimos en una relación que a saber adónde nos llevaría. Había idiomas pero sobre todo, distancia de por medio pero, mientras sentimos que ganábamos más de lo que perdíamos hicimos acopio de cartas (de las manuscritas, ¡ay, si llegamos a sospechar que existiría el email!) y llamadas internacionales de esas que costaban un ojo de la cara porque tampoco se habían inventado las tarifas planas. Un par de visitas inolvidables de cada uno a la tierra del otro que incluían algo parecido a negociaciones de cómo hacerlo en el futuro (si el futuro; al menos uno común, llegaba).