Tengo una amiga dada a escribir peripecias de toda índole. Con frecuencia sus letras tratan de menudencias, cosas sencillas que se va encontrando en el camino y que en apariencia no hacen daño a nadie de modo que ¿quién iba a tomarlas en serio? Pero otras veces, son las tripas las que la llevan, por ejemplo, a denunciar cualquier injusticia que ve a su alrededor, aunque las víctimas sean personas lejanas y, ojo al dato: aunque los verdugos sean gigantescas criaturas peligrosas. De nuevo, una vez más... David contra Goliat.