24 noviembre, 2013

los Reyes Magos existen

zapatos noche de Reyes
*

Mi prima Pi tiene tres hijas gamberras. Ya os he hablado sobradamente de todas ellas y resulta que la de en medio, Eva, esta semana… se ha hecho mujer. No, no en el sentido que todos pensáis; menstruando y todo eso, sino en otro drástico y horrible. La han sentado para tener La Conversación. De nuevo, no, no en el sentido que todos pensáis; de dónde vienen los niños o que todos los hombres son unos golfos, sino para informarla formalmente de que los Reyes Magos no existen. Estaba la madre, mi prima, contándomelo después y yo tenía los ojos como platos y la yugular en su máxima expresión. 


-¿A Eva? ¿A la misma Eva que hace exactamente un año me pidió que la acompañara a pedir autógrafos a los Reyes Magos en la Cabalgata?- Mi prima asentía cabizbaja- Pero… ¿qué necesidad tenías de contarle algo así?


Y aquí, en este punto, tengo que confesar que tengo debilidad por esta niña. Claro que quiero a todas esas pequeñas delincuentes de Pi ¡si hasta quiero a Pi! Pero con Eva congenio más. Es una artista, tiene una imaginación que entiendo totalmente y tiene una sonrisa que ilumina todo. Sonríe hasta debajo del agua y no lo digo por decir. Hace natación sincronizada y hay horas de grabaciones que confirman este hecho. Lo que quizá no sabían y han descubierto estos días es que esta sonrisa es fruto de esa imaginación y esa inocencia. Uno sonríe porque mantiene la fe y no hay síntoma más evidente de que alguien ya no tiene ilusión en nada que la ausencia total de una sonrisa y cuando eso sucede hay que ponerle remedio cuanto antes.

Pues bien, resulta que Eva empezó el instituto este año, donde ya iba su hermana la súpermayor Ana que el otro día le advertía a su madre:

-Mamá, que en el patio estaban hablando de móviles y uno dijo “pues yo me lo voy a pedir para Los Reyes” y Eva soltó un “¿ya habéis escrito la carta?” Y menos mal que no la oyeron. Mamá, tienes que decírselo o se van a reír todos de ella.

Claro, ahí… entiendes muchas cosas. Entiendes a la hermana súpermayor que busca protegerla (o protegerse a ella del ridículo de ser hermana de su hermana), entiendes a mi prima con el corazón dividido y entiendes que la sentara diciendo:

-Tenemos que hablar.

Ya que Eva se pusiera a llorar jurando que había estudiado y que era el profesor que le tenía manía sin entender cómo su madre sabía ya que había suspendido un examen fue una sorpresa mayúscula, pero hay que añadir que oportuna, porque en aquel momento daba exactamente igual. Ana la cortó:

-Que sí, que sí, pero mamá, háblale de Lo Importante.

Y ahí, no quiero ni imaginar los detalles escabrosos ni el dolor que producían. No habría querido verlos ¡pero los he visto! Porque es lo que tienen las conversaciones trascendentales en el siglo XXI que mientras la madre buscaba el modo de ir midiendo las palabras y la pobre niña lloraba, la desgraciada de la hermana se olvidaba completamente de lo de proteger del ridículo a Eva mientras le hacía un publirreportaje con el móvil (que debió pedir para Reyes) sin importar cuánto sufrimiento había en esa situación.
A Eva no le cuadraba nada. Su cabeza iba a cien por hora: 

-Pero, si nos íbamos juntas a ver la Cabalgata y cuándo llegábamos estaban los regalos. Tú no estabas en casa, ¡no puede ser!

Cachis en la mar, que ahí se le caía otro mito... Ahí aparecía yo como coartada perfecta. También cuando escribían la carta por correo electrónico y les llegaba una respuesta automática diciendo que “se habían recibido correctamente sus peticiones y pasaban a procesar el pedido y que mientras, fueran muy buenas niñas, estudiaran mucho, ayudaran en casa y se lavaran los dientes” (que por cierto, debíamos haberlo patentado). ¿Qué puedo decir en mi defensa? ¡Mis hijos han crecido muy deprisa!

-Pero… Y entonces, ¿Papa Noel?

Y mi prima ya aprovechó para decirle una larga y cruel lista de verdades que incluía a Ratoncito Pérez con lo que la llorona interrumpió para decir con cara de sabionda:

-Por supuesto, mamá, estaba claro que no existe el Ratoncito Pérez.

Pues bien, Eva, quiero mucho a tu madre, pero… discrepo totalmente con ella. Los Reyes Magos existen, claro que sí. Por supuesto que no en cualquier formato. No todos los papanoeles con barba chunga a la puerta de El Corte Inglés son Papá Noel, ni se puede achacar a los superpoderes que los Reyes Magos lleguen simultáneamente a todas las ciudades y pueblos, en barco, en camello, en autobús y Baltasar sea negro sólo porque está embetunado. Ya debimos sospechar cuando Baltasar me pidió mi teléfono en la Cabalgata mientras le pedíamos un autógrafo, ¿verdad? E insistía en decirme que, "en serio, que estaba divorciado". Tú estabas tan feliz que no te percataste de esos detalles que yo que soy una ávida soltera tengo más que hartos. 

Imagínate, cariño mío que una vez tuve el desgraciado privilegio de ser VIP en una Cabalgata. Yo acepté inocentemente, pero me arrepentí enseguida. Tenía la opción de llevar a mis hijos junto a otra veintena de criaturas abrigadas al balcón del Ayuntamiento o al Puerto. Allí es donde llegaban los Reyes Magos en barco y con fuegos artificiales y me pareció un plan estupendo, pero resulta que la zona estaba acotada con vallas de modo que cuando llegamos había centenares de niños agolpándose y esperando desde horas antes para tener un buen sitio en el que ver y los de seguridad nos abrieron sitio entre ellos y nos colaron en el reservado donde quedábamos los primeros. Encima, no sólo teníamos una vista extraordinaria e injusta sino que los Reyes Magos lo primero que hicieron al tomar tierra fue venir personalmente a saludarnos y yo no sabía dónde esconderme. Vale, no tengo madera de VIP, nunca la he tenido pero, ¿quién querría creer en unos Reyes así?

La magia de los Reyes Magos (y este hecho te lo podrá confirmar tu madre y cualquier otra del mundo) no está en que se cuelen por chimeneas o balcones acompañados de sus camellos, cargando cajas de muñecas y coches teledirigidos, en todas las casas a la misma hora, sino en que se den las circunstancias para que podáis tenerlos. El resto, ¿qué más da? Me quedan aún muchas navidades en el cuerpo, princesa, pero créeme que ya he visto cosas que sólo pueden explicarse con magia. Te voy a contar un par de ejemplos:

Un invierno que se presentaba terrible encontré casi cien mil pesetas (que en euros suena a mucho menos, pero te prometo que entonces eran muchos, muchos) y me permitieron esa magia. Otro año estaba en India con Jor durante un mes y tenía previsto llegar el 3 de enero aunque, por si acaso, por si había una inundación o me secuestraban, ya tenía todos los regalos de mis hijos preparados y escondidos y un cómplice con la misión de que todo apareciera según lo establecido. Pero yo no quería perderme bajo ningún concepto pasar la Noche de Reyes y llevar a mis hijos a la Cabalgata, estar con ellos ¡porque no había nada más importante en el mundo! Pues no hubo inundación (ese viaje no, pero sí el siguiente), ni secuestro, pero enfermé. Me tocó quedarme en Nepal donde había ido improvisando “sólo por un par de días”. Estuve malísima y después, cuando empecé a sostenerme fue la niebla de Kathmandú la que no dejaba que despegase ningún avión y no me permitía volver a Agra de donde tenía un vuelo a Delhi y de allí a Amsterdam y de allí a Madrid y ya de allí, a Palma y yo ya estaba llorando desesperada. Llevaba 3 días presa de una niebla que empezaba a maldecir y además, cada vuelo que perdía suponía perder los de después  y no podía permitirme pagar el despropósito de todos aquellos viajes en un último minuto. Casi era más barato comprar un avión. 

Eva, princesa, sucedió entonces que decidí abandonar todas mis maletas en Agra y confié simplemente en que después de haber enviado mucho dinero, aquellos desconocidos que sabían que jamás me volverían a ver cumplirían su parte y me lo enviarían todo de vuelta a España. Resultó que convencí literalmente a compañías aéreas distintas a la mía, con rutas distintas a las mías para que nos llevaran ¡sin pagar un céntimo! Y cuando ya me encontré el mismo día 5 a mediodía (a escasas horas de que empezara la Cabalgata de Reyes en Palma) delante del mostrador de Iberia en Madrid, sin aliento de tanto correr, con 5 kilos menos de lo enferma que había estado, dispuesta a pagar ahora sí, lo que hiciera falta porque era la única oportunidad de llegar a casa, que me dijeron que no tenían plazas. Ninguna. No me lo podía creer. Era estar tan cerca… para nada. Traté de negociar, ir directamente a la puerta de embarque por si acaso, hablar con todos los supervisores del mundo, recomprar un billete a un pasajero menos desesperado y me dijo que sólo me quedaba la opción de esperar que alguien que hubiera comprado el billete y no se presentara. Le supliqué que me dijera (para saber exactamente qué información tenía que dar al Cielo cuando rezara) cuántos quedaban por facturar y quedaban sólo dos personas. No pienses aquí que es que al final no vinieron o que se los compré, qué va... Ahora que ya te han dado pruebas empíricas de que los Reyes Magos no existen, te traigo la prueba definitiva de que sí, pero sólo podrás entenderla desde la magia, te lo advierto, ¿estás dispuesta a creer? 

Me dijo la mujer del mostrador de Iberia alucinando casi tanto o más que yo: 

Pero… ¡es suya la reserva, está a su nombre!

Y podría decir que era un error porque yo tenía el billete para el día 3 (aunque no le aparecí en esa lista del día 3), aunque ¿qué más da, verdad? La cuestión es que más muerta que viva, flaca, sucia y cansada, pero… llegué y salvo esos detalles mínimos todo estaba como debía estar, con mis hijos de mi mano cazando caramelos al vuelo y saludando con ilusión a los Reyes Magos y con un montón de regalos en los zapatos perfectamente colocados en nuestro salón la mañana después.

Vamos a repasar vocabulario:

Rey: Monarca o príncipe soberano de un reino. Hombre, animal o cosa, que por su excelencia sobresale entre los demás de su clase o especie.

Mago: Que practica la magia.

Magia: Del griego  μαγεία (mageia y magikee), “cualidad de sobrenatural” que probablemente tenga su origen en el persa “ser capaz”, “tener poder”. Magia significa pues hacer posible lo imposible.


*De nuevo no he encontrado el autor de esta imagen así que si es tuya, por favor, préstamela y si prefieres, la retiro... pero es que es perfecta y además, creo que a Eva le va a gustar.


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5 comentarios:

  1. Es la ilusión más bonita de la vida y el día 6 de enero el más precioso del año.
    ¿Cómo no van a existir, Eva? ¿Iba a engañarte tu tía con lo que te quiere?
    Besos para las dos.

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    1. Y aún escribo otro post para decirle que qué locura es esa de "que por supuesto que el Ratoncito Pérez no existe". Cada vez creo en más cosas de las que me hicieron descreer.
      GUAPO, besos de mi sobri y míos. Los de ella saben mejor que es preciosa y rubia (si no fuera por esos mínimos detalles, hasta podría pasar por hija mía).

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  2. La magia de la navidad nace de la fe, fe en algo que no vemos, que sabemos que realmente existe porque nos lo dice nuestro corazón.
    Así que mientras su corazón le diga que los reyes traen regalos así será.
    Y mientras la tía siga colaborando en hacer las navidades más mágicas de lo que ya son.
    Besazo

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    1. Besazos de vuelta. A eso me refería con lo de que esas cosas las sabe su madre o cualquier otra madre del mundo. Cuando falta algo de magia nos tornamos magas profesionales ;) Besazo de vuelta, guapa.

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  3. Cuando mi hermana era pequeñita, cada Navidad la pasábamos con los nervios de punta, temiendo oír en la tele o en la calle a alguien meter la pata con lo de los Reyes Magos. Y es que no tenemos ningún cuidado al hablar, la de niños a los que les habremos quitado la ilusión por ser tan bocazas...
    Ojalá esa ilusión nos durase eternamente :)

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