Mallorca está envuelta en una catástrofe sin precedentes y seguramente pensaréis que me refiero al terrible incendio que asola la isla, que lleva cerca de 2000 hectáreas arrasadas y que de momento, ha provocado la evacuación de cerca de un millar de personas. Sí, también hablo del fuego. Todos los que queremos a Mallorca tenemos el corazón roto, sin embargo, estaba malherida mucho antes.
No puedo más que hablar en primera persona y en
este afán mío por contar historias, dejadme que os cuente la
pequeña gran catástrofe que asola también a mi comunidad de
vecinos. Como ya os he contado en alguna ocasión, vivo en una finca
modesta, pero en el que fue (sobre todo “fue” porque ahora es
apenas una sombra) un gran barrio, rodeado a su vez de bosques,
parques y campos de golf. Apenas doce vecinos cada uno con sus
pequeñas vidas que a mí siempre me han servido de baremo de cómo
está el país o, en este caso, Mallorca. Apenas la mitad de las
casas estamos al día en los pagos de comunidad, lo que nos duplica
el esfuerzo para mantenernos a todos. Quiero decir, en un caso
práctico, que de nuevo volvemos a enfrentarnos a la tesitura de que
nos van a cortar el agua si no asumimos los dos mil euros de atraso
que han generado los impagos de nuestros propios vecinos. No pagan
porque no pueden, eso es lo primero. Lo segundo es que de nada nos
serviría dejarnos la voz hablando sobre si es justo o no, porque
nosotros ya pagamos nuestra parte. A la empresa distribuidora no le
interesan nuestros asuntos: si no ven el dinero, todo el dinero,
cortarán el agua. De modo que pagaremos, como sea, porque a ninguno
de los doce le va mejor que hace unos años. ¿Qué será de mi finca después? ¿Qué sería de mi finca si cualquiera de los pocos
que resistimos con pinzas, también desistiéramos? ¿Cuál sería el
mínimo de vecinos que podría asumir el mantener los gastos de la
electricidad de la comunidad o del agua? Porque la limpieza ya hace
tiempo que se descartó, porque resultaba algo supérfluo, de modo
que mi finca, como mi barrio; son una oscura sombra de lo que un día
fueron.
Pero el retrato de Mallorca se extiende a por ejemplo a los trabajos que antes teníamos. Cuando me preguntan por mi empresa siempre
contesto que tuve que cerrarla. Entonces, con un gesto de asombro
viene la pregunta siguiente de “si no me iba muy bien”, porque
les consta que era alguien reconocido en mi sector y, sin inmutarme,
siempre contesto que "muy bien en realidad" y ante el interrogante mudo de mi
interlocutor añado "que trabajaba mucho, que daba trabajo a mucha
gente y que además, creo que lo hacíamos muy bien." Ante la
creciente curiosidad, puedo por ejemplo explicar aquello de que un
año llegué a superar las mil altas. Por supuesto eran en su mayoría
empleos de un par de días o una semana, apenas un extra compatible con los estudios o
con otros empleos cuando el país te facilitaba el que pudieras dar trabajo en vez de quitarlo ¿sabéis lo que supondrían ahora esas pocas mil altas
para las estadísticas de nuestros gobiernos? Yo ya no estoy allí para
darlos... Multiplicad ese pequeño hecho por los muchos empresarios, como yo, golpeados en las
piernas. Multiplicad todo el talento, las manos que ya no están
generando en Mallorca y sí en otros sitios y además la privan de eso que sumaba mucho más
que el dinero: le daban valor.
“¿Y entonces?” Suele ser la siguiente pregunta. "Entonces llegó la crisis y
mordió a Mallorca con más dureza que a muchos lugares." Claro que en este punto lo lógico sería hablar de la Familia Real y lo que ha
representado para Mallorca. No quiero entrar en un debate al
respecto, porque me consta que es fácil lanzarse a tirar dardos en este apetito de buscar culpables. Hace ya muchos años que al
salir el siempre polémico debate, por supuesto que entendía que en otra parte
del país se viviera desde otra perspectiva, pero ¿en Mallorca? La Familia Real
generaba tanta o más riqueza como el sol y la
playa. Lo que sucedía es que muchos no éramos conscientes de ello.
Ha bastado ver cómo se giraba la tortilla para ver el poderoso daño
que lo que fuera "imagen", convertido en "mala imagen" ha causado a la isla... Responsable de esta catástrofe no es sólo quien ha sufrido la peor
humillación que podía ofrecer el pueblo mallorquín: pedir que se le
devolviera una calle. Responsables son muchos porque tirar de la manta ha servido para sacar a
la luz en una estampida de estiércol putrefacto los verdaderos retratos de quienes se aprovecharon y
amasaron fortunas en su propio beneficio quitándosela a sus legítimos dueños: los mallorquines. La avaricia de unos pocos
(como casi siempre) es la que ha devastado a tantos.
Esta vida mía, yendo y viniendo, yendo y viniendo... me otorga una perspectiva curiosa sobre los cambios de la isla. Esta mañana, mientras las llamas brotaban desde el televisor, me he descubierto haciendo el ejercicio de
tratar de recordar quién sigue donde le conocí hace algunos años.
Quién sigue con su vida y su gesto intactos y así, a bote pronto, no he sido
capaz de nombrar a nadie. Están los que han tenido que huir (y de
algún modo, me incluyo), los que perdieron el trabajo y los que
tuvieron que cerrar. Están los que se reinventaron (y de algún modo me incluyo) y los que aún siguen
impactados por los golpes incapaces de reaccionar y temen no llegar a saber
cómo hacerlo. Mientras, los escándalos de los titulares siguen doliendo donde los mallorquines deberían haber desarrollado ya callo: en la fe. Y no sirve de consuelo ver el goteo constante de imputados y encarcelados de quienes antaño manejaban los hilos. Aún no bastan.
“Pero, ¿ya no hay dinero en Mallorca?” Me
preguntarán entonces y contesto que "sí, que todavía mucho, pero no puede
mostrarse. ¿Qué hay a quien le salió rana? Claro que sí, pero aún hay mucha gente con dinero oculto y no pueden sacarlo a la luz, porque hacer una ostentación entre tanta austeridad sería una llamada de atención que los pondría en el punto de mira. Los que hemos vivido y trabajado en
Mallorca en los últimos años hemos conocido en mayor o en menor medida los pagos de
comisiones, los regalos, los falsos pagos por eventos
que no se realizaron o los que sí, pero en los que los artífices no cobraron porque eran, por ejemplo, de carácter benéfico ¡y vaya que resultaron benéficos! Pero... ¿para el beneficio de quién? Tenemos construcciones
faráonicas que no sirvieron para nada, mientras otras que debían reformarse con urgencia y con un coste mucho menor siguen cayendo a pedazos entre otras construcciones que ni siquiera se
terminarán y en paralelo, la educación, la sanidad, la seguridad...
se fueron mermando ante nuestros ojos haciendo que desconociéramos cada vez más la isla. Nada nuevo bajo el sol, ¿verdad? Basta con donde he
escrito “Mallorca”, escribir muchos de los lugares donde
vivís vosotros...
Y sin embargo, veo en las noticias arder Mallorca
y no puedo evitar preguntarme quién quiere de verdad a Mallorca. ¿La quieren los cuerpos de seguridad que arriesgan la vida frente a las llamas? ¿La quieren los cientos de voluntarios? ¿Estarán allí ellos, los ya la habían herido de
muerte antes? ¿Estarán anónimamente resarciendo un poco del mal causado o quizá acaso ya no queda nada que les interese y se habrán ido lejos en sus pasajes de primera clase a
refugiarse a otros lugares? ¿Quién quiere a Mallorca?
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Lo del incendio ha sido terrible y siempre lo mismo...El irresponsable de siempre que ocasiona una catástrofe.
ResponderEliminarHace cinco años, las llamas llegaron a 20 metros de mi casa y se quemó medio pinar de más de doscientos años.
Con respecto a la crisis, creo que todos estamos más ó menos.
Por lo menos las zonas de playa tienen el tema del turismo, pero en el interios es más sangrante.
Besazo y un gusto volver a leerte. :D