17 mayo, 2012

un país que grita

Las manifestaciones son una magnifica ocasión para que nuestros políticos salgan a la calle. En serio. Entiendo que no estén de acuerdo con lo que las mueve porque al fin y al cabo estas convocatorias suelen ser protestas contra sus gestiones, pero aún así, mezclarse entre el pueblo que sale a la calle a gritar porque ve que su voz se ha desoído por todos los otros métodos, es una oportunidad que cualquier buen político no debiera jamás desperdiciar. 

No soy ni mucho menos una persona polémica ni especialmente dada a manifestarme. No voy a cualquier manifestación y cuando lo hago soy mucho más de mirar y escuchar que de buscar el protagonismo, pero aún así, desde mi papel respetuoso y abierto, llevo ya unas cuantas manifestaciones en el cuerpo y puedo dar testimonio de lo que para mí y desde mi mínimo punto de vista, ha sido la evolución de como se siente esta crisis desde la calle. 

Ya veis que me baso, casi, en haber estado presente, en silencio pero atenta a cuanto sucedía a mi alrededor. Por descontado no he vivido brotes de violencia, jóvenes antisistema armados con cócteles molotov ni maleantes y malolientes que buscan cualquier oportunidad para provocar. No, eso debe ser, a juzgar por las noticias, propio de otras geografías aunque, desde mi pantalla de televisión distingo en las calles y plazas entre pocos contenedores ardiendo a muchas, muchísimas personas bien parecidas a mis vecinos.

Esta última manifestación, por ejemplo, celebrándose un año de la famosa del 15M, ha sido en las calles de Palma menos numerosa que las anteriores y sin embargo, mucho más sentida. También tengo que decir que aunque intento ver el mundo objetivamente, soy muy dada a empatizar, especialmente con el que sufre, con el que es tratado con injusticia, pero eso, insisto; es sólo algún pequeño defecto de fabrica mío que lejos de curar, he permitido que los años curtieran. 

La cuestión es que cruzar los escasos 200 metros de Jaime III, cruzando a través de la marabunta de personas con sus penas y carteles a cuestas, me bastaron para llegar con lágrimas recorriéndome toda la cara a la Plaza de las Tortugas. Primero fue ver a los jubilados y pensar: “no hay derecho, después de toda la vida trabajando que ahora tengan que vivir esto”, pero después veo a los padres con bebés en carritos y mochilas, con niños pequeños a los hombros y aunque me encanta ver que inculcan a sus hijos el participar, el expresarse, pienso: “no hay derecho a que tan pequeños crezcan viendo el mundo así ¿Habrán vivido desahucios? ¿Tendrán trabajo sus padres? Para algunos, el hablar de la sanidad gratuita, o de que sus padres, y tíos tenían casa y empleo será una historia antigua como cuando nos contaban nuestros abuelos que no tenían coche o televisión”. Después están los grupos de profesores y estudiantes, unidos por los mismos recortes y pienso: “no hay derecho a que con el esfuerzo que cuesta estudiar, algunos de ellos no lleguen a la universidad no por falta de ganas, sino porque sus padres no puedan permitirse pagar una matrícula” y después veo a los médicos y resto del personal sanitario y de nuevo el estómago me da un vuelco al encontrarme de frente con enfermeras cincuentonas con carteles contra los recortes (han aprobado el cierre de 2 hospitales en Palma) y pienso: “si estas mujeres pierden el trabajo, ¿quién las va a contratar?” 

Y así, con dignidad, con solidaridad, con tristeza, con imaginación, pero por descontado, con esperanza, se mezclan los gritos en forma de carteles y pancartas con todos aquellos también nuevos carteles de balcones, puertas y ventanas, de escaparates cerradas con rejas: los de “Se vende”, “Se alquila”, “Se traspasa” de una ciudad que grita pidiendo socorro exactamente igual que su pueblo. Los gritos son tan altos, tanto, que de verdad me da pena que no hubieran estado los políticos (todos), porque creedme que no habrían tenido más remedio que escuchar.





































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2 comentarios:

  1. Leerte es como una bendición... Cuanta Humanidad, cuanto Amor, cuanto Respeto... Es la esperanza de un mundo mejor... Un mundo que es posible... si lo podemos soñar lo podemos alcanzar...

    La Vida Es Bella...

    Aún con sus espinas, con sus sinsabores, con sus disgustos, con sus decepciones... Si lloras, extrañas, te indignas, pataleas, te ries es porque SIENTES... Y eso es lo maravilloso que nos ha dado el Universo... Es infinito como un Océano mar...

    Un nuevo mundo nos espera... Podemos mirarlo a través de la ventana ... Tan solamente tenemos que saltar (tranquilos que no hace falta red) y todo esto será historia...

    Somos Luz...

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