02 mayo, 2012

los oficios que NO pondré en el currículum

oficios, profesiones, trabajos extraños
Porque fueron 4 días (o a veces, 4 horas), porque no tienen nada que ver con aquello para lo que te estabas preparando, porque fue un verdadero desastre o porque si volvieras atrás, borrarías “aquella experiencia” del mapa... Hay diferentes motivos para que ciertos oficios que desempeñaste, no figuren en tu currículum pero que luego, en las cenas; a la altura de los postres (quiero añadir: en los licores) sí cuentas con soltura.

El primero que quiero mencionar es que yo fui modelo de pintores y cómo es la pregunta que viene siempre añadida, sí, también desnuda. El proceso era tal que así: quedábamos en el estudio de un grupo de pintores. Aquí siempre me toca hacer otro inciso: pin-to-res, no enfermos mentales, depravados con mentes calenturientas sino artistas. Creedme que con lo que me pagaban a mí, tenían para recibir favores de varias mujercitas de otros oficios. Pues bien, llegaba a aquel estudio y allí ellos, quizá 10 ó 12 personas, hombres y mujeres, profesores de arte de Estados Unidos de vacaciones, jubilados y otros hippies varios se colocaban a mi alrededor buscando cortésmente un lugar donde me vieran bien y yo hacía poses rápidas de unos 10 minutos en la que tomaban apuntes a lápiz; luego un par de poses de 20 minutos donde algún espabilado ya se lanzaba a la acuarela y la última en la que me tumbaba cómodamente entre almohadones en un rincón del estudio en invierno o en el jardín, junto al estanque de nenúfares en verano y, dormía. Vestía diferentes prendas del tipo batas vaporosas y muy floreadas y la verdad es que el resultado era siempre precioso. No me presionaban en absoluto en nada, eran muy amables y me pagaban estupendamente y siempre además con generosa propina. A veces, cuando veo acuarelas en un mercadillo con mujeres parecidas me busco y pienso: “estoy colgada en la pared de la casa de alguien.”

Antes de eso, había trabajado como rotulista, ¿sabéis qué es eso? Pues es la versión prehistórica de los diseñadores gráficos o de los carteles de neón. Tenía apenas 14 años pero ya pintaba y así un señor me tenía explotada, me dejaba a mí todo el trabajo y él cobraba una pasta de la cual luego me daba migajas. Mi primer trabajo fue toda la cartelería íntegra de un parque acuático en Ibiza. Para que se entendiera en muchos idiomas, casi todo eran dibujos del tipo un pie con zapato y tachado; "no puedes tirarte con zapatos, animal" o, un pie sin zapato y tachado; "ve con cuidado que te vas a patinar, animal", y otros similares. También carteles más importantes como el rótulo de la entrada, el horario, los precios, la dirección del baño, el bar... Sin mí, los pobres turistas aún estarían dando vueltas perdidos y a lo mejor, alguno se haría pipí dentro de la piscina mientras otro se tiraría del tobogán con tacón de aguja.

Trabajé en un lugar con un nombre poco modesto: Paisajes Españoles y que tenía un invento innovador y que injustamente no triunfó en la época: fotografías aéreas. La oficina estaba situada en un primer piso precisamente al lado de la Escuela de Artes y Oficios donde yo estudiaba Dibujo Artístico y Pintura (porque escribir, no escribiré muy bien pero hay que ver lo bien que pinto y poso) y trabajé 2 semanas o quizá 1 mes o quizá, 2 semanas que me parecieron un mes porque mirad que tenía todo limpio y relimpio; mi otro trabajo era atender a los clientes y nunca jamás, en la vida, entro uno sólo. Una vez entró un hombre pero era para preguntar otra dirección y grité del susto que me dio porque de verdad, ya había perdido la esperanza. Un día me sorprendí a mí misma dormida literalmente en la mesa y con un charco de babas junto al bloc de notas para apuntar los recados de las llamadas que tampoco recibí. A ratos descolgaba el teléfono para comprobar que funcionaba. Dejé de trabajar porque el sitio cerró.

Trabajé 1 día como marmitera, ¿sabéis qué es eso? Lo sé, lo sé... Es más difícil que “rotulista”. Marmitero es quien limpia las perolas en un restaurante. A mí me lo vendieron de otro modo. Creo que iba a ser la ayudante de la ayudante de un fantástico chef en la cocina. Casi me desmayo. No imagináis lo que pesa una olla industrial llena de agua y si además, está sucia, lo que llegan a oler los restos de comida de vete a saber cuándo.

No fue ni mucho menos la única vez que fregué perolas porque tuve un restaurante en aquella lejana vida mía en la que estuve casada y claro, hay que hacer de todo: limpiar, cobrar, comprar y hasta cocinar. Era casi siempre la encargada de los postres del menú para más de cien personas así que soy una profesional de las manzanas asadas, peras al vino tinto, puddings y flanes al horno. Preguntadme, preguntadme las proporciones que os voy a sorprender. Al dedillo que las sé, oiga... También soy una profesional de hacer sangría para un zafarrancho. 

Trabajé 1 día vendiendo enciclopedias, ¿alguna vez habéis visto a un niño que llega todo contento a casa porque en la puerta del colegio le han dado un papelito en que le regalan una peli, o una miniconsola, o... lo que sea GRATIS con tal de que sus padres asistan a una “reunión informativa”? No se os ocurra llevarlo o acabaréis tirándole la peli a la cabeza. Yo trabajé en esa reunión informativa que consistía en una exposición infinita de dibujos, llegaban los papás desconfiados y les contabas todas las maravillas de aquella enciclopedia imprescindible para que sus hijos el día de mañana fueran unos hombres de bien y no toda esta sarta de vagos y maleantes que pueblan nuestras listas del paro. Debían costar como 50.000 pesetas de entonces de las cuales yo creo que me quedaba un 10 por ciento. Por la mañana me sentía fatal, me parecía el timo del siglo y vendí sólo una pero por la tarde, ya con el almuerzo en el cuerpo pensé que caray, los libros estaban bien y que, como Google no estaba ni en proyecto, una fuente de consulta infinita siempre estaba bien y además, se pagaba tan poco a poco que equivalía a un paquete de tabaco y fumar mata y la cultura no ocupa lugar y todo eso. Total que por la tarde, con el chip cambiado, vendí diez enciclopedias. Eso sí, la pobre mamá que me compró la de por la mañana vino con lágrimas en los ojos a pedirme que le anulara la compra y lo hice. Su marido le había gritado todo lo gritable. No recuerdo quién me lió en aquella aventura pero, aunque vaya que me llamaron, nunca más volví. 

Y hablando de películas, he sido extra en un par de ocasiones. La última vez con un frío que pelaba, en una peli ambientada en agosto así que, cada vez que decían “acción” escondías mantas y chaquetas y tenías que quedarte con ropa de verano y encima, sonriendo, como si el asunto no doliera. Estoy deseando verla para ver como han arreglado los del sonido lo del casteñeteo de dientes. En las grabaciones pasas muuuchas horas así que lo importante es rodearte de extras que compartan tu sentido del humor y si conocen a los del catering, mejor.

Trabajé como asistente de un médico que era un tipo estupendo. Llegaba a las 8 y media a su consulta privada y para cuando abríamos yo tenía todo como una patena. Empezaban a llegar algunos enfermos pero sobre todo, hipocondríacos con dinero y tiempo libre por igual y a los habituales les veía y ya sabía su nombre y apellidos y hasta su número de póliza. El paciente doctor me vio con posibilidades y me enseñó muchas cosas como poner inyecciones intravenosas, intracutáneas y musculares, pero sólo me llamaba y me enseñaba la teoría y ya luego pinchaba él aunque creo que tengo el recuerdo claro así que algún día, en los postres (debo añadir: en los licores), si os prestáis hasta podría poneros una inyección o sacaros sangre. A gusto del consumidor. En lo que sí me dejaba participar  jeringa en mano para mi desgracia era en las limpiezas de oídos. Prefiero no daros más detalles al respecto... Acabé dejándolo porque en mi despacho no había ventana y me entraba claustrofobia y después de aquellas limpiezas necesitaba luz y aire no veáis de qué manera. 

Con él trabajaba por las mañanas hasta las 2 y a esa hora exacta y hasta la noche, trabajaba con su mujer que no era una tipa estupenda en una boutique de ropa Ad Lib del casco antiguo de Ibiza. Allí descubrí que soy una persona “normal”. Cada vez que algún hombre entraba a comprar una prenda para su mujer, su novia, su hermana o su madre y le preguntábamos la talla se encogía de hombros y decía “es normal” a lo que contestaba “perfecto pero, normal ¿cómo?” y volvía a encogerse de hombros. Ni alta, ni baja, ni kilito arriba o abajo... no daba pistas y ya mi compañera despampanante (que estaba buenísima, vamos) y yo le preguntábamos “¿así, como ella o, más bien como yo?” Y creedme que todas las mujeres eran “no, como ella, no. Normal como tú”. De modo que no entendía aquello que me había repetido tantos y tantos años mi madre de “¿y por qué no eres una persona normal?”. Total: un lío... que a los hombres y a las madres no hay quien los entienda...

Sin embargo, las mejores anécdotas las he vivido sin duda en este maravilloso mundo de las Relaciones Públicas, la farándula y los eventos con infinidad de personajes famosos implicados, pero tendréis que esperar por lo menos 20 años para leerlas. Tengo que fijarme bien en cuándo prescriben este tipo de torpezas y delitos.


otra que, como yo (y como tantos) ha pasado por muchas y muy distintas tareas


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10 comentarios:

  1. Yo siempre pensé que me jubilaría en el primer sitio donde trabajara, porque soy muy tranquilazo; sin embargo aún he dado unas cuantas vueltas. De todas formas, leyendo tu blog, se le queda a uno complejo de no haber vivido, Pilarcica. ¡Qué tía!

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    1. Uy, pues yo siempre pensaba "¡tanto mundo por ver!" No era tanto el cambiar por cambiar, sino el estar en un sitio que crezca conmigo y crecer poco tiene que ver con la economía (bueno, no tan poco), sino con retos nuevos, saber adaptarse a los tiempos y las circunstancias, saber mejorar día a día; "¿qué ha salido tal cosa? Pues vamos a probarla y si nos gusta, nos la quedamos y además, si podemos ¡la inventamos nosotros!" En "ese lugar" he trabajado muchas veces aunque, no siempre era en el mismo despacho ni en la misma empresa pero si estoy atenta, de tanto en tanto: "ese lugar" y yo nos encontramos. Ahora ando buscándolo de nuevo. Creo que se me ha escondido en algún lugar de América Latina...

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  2. Me siento identificado con lo que dices... No es que me guste lo que escribes y cómo lo haces...(que también) De hecho siempre te digo: Escribe!!... Sino que mi experiencia en ese sentido ha sido afín a la tuya aunque con oficios con frecuencia muy diferentes... Pero mi trayectoria vital y profesional me lleva a sentir desde ya incluso 10 años (cuando tengo ahora 38!¨)que: he vivido muchas vidas en una!! (Y lo que te rondaré "morena")

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    1. Señor Espíritu:

      Ya imagino que ambos padecemos el mismo mal, conocido familiarmente como: "¿cómo carajo comprimo este currículum para que me quepa en 14 folios? Ah, no que los cánones mandan 2." Y al final dejamos unos cuantos títulos rimbombantes que son apenas una pincelada de la realidad.

      Una amiga recién despedida, replanteándose toda su carrera me decía que no sabía que poner. Quizá algo del tipo "licenciada en tal y aficionada a la repostería y las manualidades" y convenimos que lo que mejor me quedaba a mí era "Protocolo, Relaciones Públicas, aficionada al bricolaje y experta en esas cosas de la vida", pero por más que miro los anuncios, nada. No encuentro ni de lo uno ni de lo otro... Tendré que seguir escribiendo. ¡Ay va, lo que se me acaba de ocurrir! "Protocolo, Relaciones Públicas, aficionada al bricolaje, experta en esas cosas de la vida y autobiógrafa." ¡Corro a ver si encuentro algo de esto!

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  3. Es un síntoma de la sociedad española... Querer encasillar a las personas... A la usanza de los muebles... Que no oiga! Que las personas somos procesos y no objetos y como tal evolucionamos o tenemos la oportunidad de hacerlo y de vivir y experimentar distintas experiencias que van haciendo de ti un profesional más rico, versátil y efectivo y una mejor persona!!

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    1. Me ha encantado esta reflexión tuya, Espiritudeibiza, cuánta razón tienes!

      Y con el post me he reído mucho (por no llorar) sintiéndome identificada con esos 'trabajillos' de supervivencia...

      Ya te lo dije en Linkedin, me gusta tu filosofía de vida :)

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    2. Mil gracias, Natalia. Un placer tenerte por aquí :)

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  4. Bah Pilar! Para trabajos glamurosos los míos, y los incluyo todos con lo que o piensan que soy versátil o que no sirvo para nada. Dependienta, peluquera, cuidadora de yayos y enfermos, la Keli, operaria de fábrica, y camarera.
    Además de amante esposa, exquisita divorciada, mamá a tiempo completo y ama de casa mediocre.
    Y la mayoría sin contrato, para que alguien me diga que no se de lo que hablo....

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  5. en el renacimiento se aplaudía que los artistas fueran multitarea........ estamos viviendo el renacimiento del renacimiento, pero esta nueva versión nuestra es mucho más excéntrica y graciosa. mi coletilla del cv es: especialista en rebajar gastos y hacer que todo fluya solucionando contratiempos ;)

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    1. Perdona el retraso, Maha Lub. Soy más que desconsiderada, torpe y si no contesto al momento, se me va de la cabeza detrás de cualquier otra cosa.

      ¡Qué tienes una coletilla fantástica! Vamos, no me quiero compitiendo contigo en un proceso de selección. Una amiga me dijo que tenía que poner una coletilla del tipo "experta en cosas de la vida y bricolaje". Ala, casi ná ;)

      ¡Gracias por leerme y comentar! Como reincidas, prometo no reincidir en la tardanza.

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