06 julio, 2012

la enchufada


enchufe corazón
Me estoy haciendo una experta conocedora de este barco Federico García Lorca que cubre la ruta Ibiza-Palma para continuar a Valencia y después volver a empezar la ruta a la inversa en su particular día de la marmota. Es lo que tiene hacerme adicta a esta especie de puente aéreo (pero marítimo) de fin de semana para venir a ver a mis cachorros y llenarlos de tuppers y besos. Tan a menudo viajo que estos tipos tan majos de Balearia “premian mi fidelidad” regalándome el viajar en esta primera clase suya llamada “Neptuno” (cómo se nota que el tal Neptuno debió ser un tipo importante, por lo menos, por lo menos... como el tal García Lorca). Otra cosa que tiene la fidelidad es que me conozco al dedillo esta superficie enmoquetada de azul. Tanto, que en cuanto llego recorro a lo largo el primer piso de la cubierta hasta llegar rauda y veloz y antes que nadie al único enchufe que he descubierto y que me sirve, ahora que ya he visto todas las películas a bordo, para enchufar mi ordenador que será portátil, pero autónomo no lo es en absoluto. Ni siquiera puedo conectarme a internet, pero también vale para esto: escribir algo con lo que torturaros los sentidos más tarde. 


De modo que corro (y ya sabéis que corro y salto sin problema alguno), hasta lanzar la bolsa en uno de los sofás, sacar rápidamente el vaio y antes de que nadie reaccione... enchufarlo. Ahí ya me dejo caer, literalmente, en el sofá, me descalzo y pido algo en el bar en lo que se deciden a arrancar el ordenador y el barco. Mirad lo que puede cambiar la vida un enchufe. Cachis en la mar aquella vez que no llegué a tiempo y ocupaba MI sofá uno de los muchos, muchísimos resacosos jóvenes con los que comparto trayecto para dormir boquiabierto las distintas monas en su estancia en Ibiza. Debí despertarle. No tanto por pedirle con mi mejor sonrisa un cambio de sitio como para comprobar que no estaba en coma.


Dejadme que me muestre un poquitito snob después de haber recalcado que viajo en primera, así de guais, tan simple que porque me lo regalan por habitual, que también es sinónimo de plasta. Este tipo de individuos comatosos llenan la planta de abajo. En serio: la llenan. Son jóvenes muy jóvenes que han comprado una super oferta para pasar unas vacaciones inolvidables en Ibiza y llegan desde Valencia y allí supongo que llegarán de cualquier otro punto llamados por los llamados de fiesta que la isla emite entre todos los fiesteros. Es un grito que no escucho apenas, pero a modo de onomatopeya lo describiría tal que así “Pum, pum, pum, pum, chaca pum...” o algo del estilo. En primera viajan más que vips como ocurre en los aviones; otros habituales; gente que claramente indentificas como ibicencos en Palma o mallorquines en Ibiza, etc, etc y chóferes de camiones, gente del mundo de la náutica, familias que sí prefieren pagar por el poquitito de espacio y tranquilidad que esta planta ofrece y algún guiri y fiestero perdido, como evidencia clara de que hizo la reserva para la inauguración de tal o cual disco y el aniversario de tal otra, pero se le pasó el detalle de hacer la de los pasajes con la antelación suficiente y no le quedó otra que pagar el plus que supone una clase muy mona, pero como digo, algo falta de enchufes

Ya podéis imaginar lo que me divierto observando todo y a todos, pero en particular, voy a hablaros hoy de estos pasajeros ávidos de fiesta y lo distintos que son al ir rumbo a Ibiza, a cuando viajan para dejarla: Incontables rubias de bote medio vestidas con camisetas fluo sobre plataformas imposibles seguidos muy de cerca por cachitas con gafas de sol enormes y ese curioso gesto, como si estuvieran constantemente haciendo un dribbling en fútbol (¿cómo se dice dribbling en español? ¿esquivar?). Tienen en común ambos sexos, muchos, pero que muchos tatuajes y piercings colocados en lo que para mí, es un absoluto desorden, pero probablemente encierren fantásticas historias o historias tan tan fantásticas, que ni recuerden. Pues estos sujetos de mi estudio, a la ida hablan muy alto mientras se dribblean los unos a los otros y se muestran totalmente ilusionados y como uno de ellos haya estado antes en Ibiza, muestra claros indicios de convertirse en el líder de la manada. A la vuelta son solo sombras de los que llegaron; con el rimel corrido, las plataformas en la mano, las gafas de sol perdidas ¡con lo que duele el sol después de ir de fiesta! Y en lugar de hablar duermen amontonados unos sobre otros. 

No puedo evitar recordar una foto mía fantástica. La tomamos inocentemente cuando viajaba hace muchos años con dos amigos a Londres y resultamos ser los únicos españoles del vuelo. Debimos pedirle a una azafata que la tomara... la verdad es que no lo recuerdo ¡imaginad que la hicimos con cámara de carrete! De modo que tardamos en verla y descubrir que éramos, además, los únicos sonrientes en el avión. En la foto aparecen en una perfecta línea recta nuestras tres sonrisas llenas de dientes y nuestros ojos llenos de brillo y alrededor, muchos guiris color gamba duermen o tienen gesto entre borracho y resignado. A la vuelta no es que fuera a la inversa; es que perdimos el vuelo porque los tres nos quedamos dormidos y nos costó una pasta un nuevo billete para el día siguiente así que ya podéis imaginar nuestros gestos ¡por supuesto! Igualmente sonrientes, mientras nos reíamos los unos de los otros y nos tachábamos de inútiles.

Y ahora los miro con gesto de veterana; como si fuera un elefante centenario que ya conoce cada bicho viviente de la sabana y los ha visto nacer y morir y nacer y morir infinitas veces y permanece impasible mientras se pelean por una brizna de hierba. Así, miro a estos  eufóricos futuros muertos vivientes rumbo a Ibiza y pienso: “sí, sí... lo que os va a durar la energía” y sonrío mientras imagino la mutación que van a experimentar cuando acabe la semana. Cómo les dé tiempo... hasta otro tatu que se hacen. Supongo que ellos me mirarán pensando algo del tipo “pobre desgraciada, que va a currar en vez de ir de fiesta” ¡o peor aún! Su felicidad debe hacerme invisible... Esas cosas pasan. Y a la vuelta, no es que sea invisible, es que están literalmente ciegos. Esas cosas, en este trayecto Ibiza-Palma, vaya que pasan.

Uish, os dejo. He oído a un señor depostricar que "cómo puede ser que un barco como esté no tenga un puñetero enchufe donde conectar el móvil o el portátil" y rauda y veloz nuevamente acudo; esta vez con la cabeza gacha y las orejas escondidas, a ofrecer el “mío”. Le cuento que total “no estoy haciendo nada importante y ya he terminado y tal y tal” y entramos en un debate público que altera todo el Salón New York de la Sala Neptuno. El tipo dice que “lo que le indigna es que es armador y que hasta le fleta barcos a la compañía bla bla bla y que no puede ser” y yo le interrumpo con un chiste de que entonces lo hago corresponsable del asunto, que no se puede ir por el mundo diseñando barcos y venga a diseñar barcos y pensando solo en el motor y la chapa; que cuando somos las mujeres las que diseñamos no se nos escapan estos detalles, ¡será por enchufes! Donde quisiera podría Usted cargar el móvil, conectarse y secarse el pelo... 

Acabo de ganarme al público femenino de la sala. Si soy TAN graciosa... Un día de estos, hasta escribo un blog.

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6 comentarios:

  1. Ay Pilar, que nos hacemos viejas, aunque...nosotras no eramos tan impresentables como la juventud de ahora ¿verdad?
    Me ha pasado una cosa más tonta, meto en "mejores blogs" mi post y digo, va, a ver si encuentro algún otro blog decente para leer, siempre voy rebuscando a ver, y me cuesta encontrar cosas interesantes.
    El caso veo dos post que me parecen interesantes, sorpresa,sin saberlo y uno es el tuyo. No hay manera hija, estamos destinadas, y está claro que mi gusto es claro y siempre el mismo.
    Un besazo

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    1. Uy no, yo no fui eso... No me estoy refiriendo a impresentable sino a "juventud" en ese sentido de la palabra. Soy mamá desde los 15. Te aseguro que a cualquiera de esos resacosos le cambian su fin de semana por cualquiera de los míos y vaya que caen rendidos ;)

      Y "esa cosa" que te ha pasado, a mí también me pasa a veces. Ahora que no nos lee nadie... me gustas ;)

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  2. Se ve que hoy nos vas haciendo sentir viejos a todos. En mi caso, además, retrógrado. Nombras las cámaras de carrete como una cosa del medievo. Yo hace cuatro años todavía seguía funcionando con mi Canon de toda la vida y fui a El Corte Inglés a comprar mis carretes de siempre. Me dijeron de Kodak ya no fabricaba esas cosas. Debíamos utilizarlos dos o tres en España. De esa forma me cambié a una digital y ahora, evidentemente, estoy encantado.
    Ese “dribbling” futbolero creo que en español se diría “regate”.
    No me parece mala idea esa de hacer un blog. Alguno que otro te leeríamos.
    Besos.

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    1. ¡Yo tengo una Pentax flipante! Y además, la compré en una época en la que ya podías gastarte lo mismo por una digital con mejores prestaciones, pero tenía unas ganas arrastradas de tener ese modelo exacto de Reflex... que, claro, me la acabé comprando. Ahora la tengo en venta porque con el tiempo me he vuelto mucho más práctica. Antes la cargaba en los viajes pero ya no y más que por el peso, es que eres un reclamo para los pesados: entre que te ven blanca y con esa pedazo de cámara, se te cuelgan a la falda decenas de criaturas con bigote y todo para ser tus guías, que les hagas una foto, conseguirte cualquier cosa bueno bonito y barato, venderte drogas, acostarse contigo... Y a mí, al menos alguna de esas cosas, me gusta más ganármela por otras armas.

      ¡Regate! No me salía el nombre, pero me sabe a poco. Es más un zigzagueo, ¿no? Los hay muy habilidosos.

      Si un día hago un blog, te silbo, ok? Gracias por leer este no-blog. Un beso,

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  3. Bueno, pues entonces si tu eres un elefante centenario (te he visto en alguna foto que has puesto), aqui se presenta una delicada diplodocus que cuando ve escenas como las que describes, se acuerda de su juventud, bastante loca por cierto, pero piensa: Ya, pero nosotros teníamos mucha más gracia y nos lo pasábamos mejor. Vamos, como dirian las abuelas.
    Saludos y a ver si le compramos una batería al Vaio como dios manda. :)

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    1. Pues si tú eres una delicada diplodocus yo soy la esfinge sin nariz y con doble ración de orejas, jajaja. No me refería a la vejez como algo achacoso, sino por lo mucho acumulado en nuestro haber ¡y lo que nos queda! ¿Verdad?
      Un beso y muchas, muchas gracias por leer.

      P.D. Cuando he leído lo de la batería me he autocollejado, ¿crees que no se me había ocurrido esa posibilidad? Como soy una afortunada que siempre encuentra enchufe ;)

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y tú, ¿qué opinas?