21 junio, 2011

una rubia de bote más pero nunca una rubia de bote cualquiera

Mi hija es cosecha del 87 (un buen año) por lo que le tocó crecer junto a la Factoría Disney y, quizá el ídolo que tuvo más a mano fuera La Sirenita. Por eso, una vez que le estaba cortando el pelo y le pregunté (así por disimular porque luego hacía lo que me venía en gana) "¿Y cómo quieres que te lo corte?" me contestó que como La Sirenita, pelirrojo, largo y ondulado. Por descontado, nada que ver con el pelo que traía de serie: oscuro, algo grueso, rebelde y para más definición... "Como pa' cualquier parte". Le di una charla con mucha paciencia, tijera en mano para explicarle que eso no podía ser, que todos en alguna ocasión queremos ser lo que no somos y tener lo que no tenemos pero, que ella era preciosa tal y como era y, le recorté el pelo sin más incidentes, no como aquella vez que la dejé sangrando bajo una oreja porque se me movió de repente.
Tan paciente y convincente me pareció mi charla que, cuando un tiempo después repetimos el ritual de sentarla en un taburete alto y rodearla con una toalla vieja sin camiseta para no llenarla de pelos y le pregunté (así por cumplir porque, insisto, luego se lo cortaba como me venía en gana) que cómo quería que le cortara el pelo y me contestó: "Rubio y de punta" no me quedó otra que reconocer que no todos los genes son míos: esta niña es tonta. Pero, las madres somos así ¡Santa paciencia la nuestra! Y le repetí la charla tratando de ahondar más en los argumentos que pudiera no haber captado la primera vez de que cada uno tiene el pelo que tiene y el suyo además, le quedaba estupendamente, a juego con las cejas, las pestañas y, si me apuras, hasta con las orejas.

Más tarde comprobé, sobre todo cuando trabajé en el aeropuerto, que un gran índice de la población femenina no ha recibido la misma y necesaria charla por parte de sus progenitoras. Mi amigo Luis incluso realizó un estudio y un 80% de las empleadas de ciertos departamentos eran... digo... esto... ¡Iban de rubias! Y en una proporción incluso mayor sucede en unas cuantas compañías aéreas. La teoría es más o menos la siguiente: cuántas más rubias (aunque sea de bote) hay, más se producen. De hecho, después he podido comprobar cuando miras con cierto aburrimiento el sin embargo importante ritual de cómo actuar en caso de emergencia dentro de un avión que, cuando hay una azafata con un descarado implante de morros, no suele ser la única de la tripulación. Queda confirmado pues que lo de que la silicona puede explotar por los cambios de presión de los aviones, es falso. Aguanta.

Retomemos los colores de pelo; en mi caso (que parece extraordinario), nunca he tenido la curiosidad por verme de rubia. Reconozcamos que tampoco soy muy dada siquiera a cambiar de peinado en particular, ni a peinarme en general. Cuando un peluquero me pregunta qué si quiero algo distinto (cómo yo ya me conozco de primera mano lo mentiroso que te vuelves tijera en mano) siempre digo lo mismo: Nunca me voy a secar ni a peinar. Y claro, desisten y me cortan las puntas.

Sin embargo, fui rubia una vez en mi vida ¡Y sin teñirme! ¿Misterio misterioso? Nooo. Fue una gran sorpresa para mí también. Fue cuando viví en República Dominicana pero no me llamaban rubia por el color de pelo, sino sobre todo, por el de piel. Resulta que mi color de piel es de rubia. También llamaban a mi pelo "pelo bueno" y me pedían tocarlo y claro, siempre andaba con alguna compañera de trabajo enganchada sobándome la melena.

Así que cuando mi hija me ha pedido hoy, casi 2 décadas después que si se vería bien de rubia (y la conozco, es una pregunta trampa porque no va a escuchar mi respuesta, sólo aceptará un sí), la he amenazado con escribir este blog. Le ha parecido razonable y nos hemos ido juntas de la mano a comprar un tinte y, ala, liadas, primero con un té y luego ya, Martinis. Le he dicho "¡Un momento, un momento!" Y he echado a correr porque claro, antes de empezar, tenía que ponerle música house. "Te he puesto música de rubia de bote, para que te metas en el papel" le he dicho mientras ella leía las instrucciones del decolorante y decía: "Mira, mamá, pone que no lo esnife y que puede causarme problemas respiratorios, que me puede dejar sin oxígeno. No es verdad eso de que hay rubias tontas, es que las hay que se quedan sin oxígeno" y así hemos empezado a desobedecer cada una de las instrucciones (excepto la de no esnifar el tinte); "¿Sólo en las puntas? ¡Bah! Lo ponemos por todo y así acabamos antes", "¿Qué no se puede poner en las cejas? Pero, total, por un poco... ¿Qué va a pasar, que se caigan?", "25 minutos ¿Y cuánto llevamos?" "Pues llevo medio té", "Ya, pero, ¿Cuánto tardas en tomarte un té normalmente?", "Mmm, ¿5 minutos?", "Pues pongamos que llevo 4, ¿Lo dejamos media hora más?", "Pues vale, y si acaso, pues luego lo dejamos algo más, total, ¿Qué va a pasar? ¿Qué se te arranque el pelo a mechones?" Y es que esa es una de las probadas propiedades del Martini; te vuelve invulnerable. Nada malo te puede pasar (y a tu pelo, por descontado, tampoco).

El tiempo suficiente para varios tés y Martinis después la oigo gritando "¡Mamá, que soy rubia!" Y al momento ya rectificaba "Pues no está muy rubio, bueno sí, pero sólo de la raíz, las puntas son rojas". Así que, ha agarrado el otro bote de tinte, el de "por si acaso" y se ha reteñido lo desteñido, esta vez, de rojo Sirenita.

¿Eres consciente, hija mía de mi corazón, que hoy has visto cumplidas 2 de tus fantasías de la infancia en menos de una hora? ¡Ay! (suspiro), ¿Y qué más puede querer una madre para su prole que verlos felices sin importar el color de pelo. De todos modos, cómo la conozco como si la hubiera parido, que os digo que no llega a agosto con ese color de pelo. Un día de estos me dice: "Mamá, que lo he estado pensando y quiero ser morena." Y yo, que soy una madre paciente y que la escucha, le diré todo lo que procede en un momento así: "Ajá" y miraré si nos queda Martini en la nevera.


Nota: Dejo pendientes explicaros el porqué nos preferimos rubias. Sí, sí, claro que "porque ellos nos prefieren rubias" pero esa es una explicación muy corta y vosotras, la preferís larga, ¿verdad? La explicación, quiero decir...

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